martes, 14 de abril de 2009

Huevos fritos

Se moría por comer un par de huevos fritos. Su puntillita dorada, sus patatas fritas crujientes y su punto de sal. Hacía meses que no los comía; el protocolo era muy estricto y no había dejado de viajar de un lado a otro en defensa de los intereses de su país. Desayunos, almuerzos, comidas, cenas... platos exóticos, delicatessen, las más selectas carnes de caza. Se había hartado de platos que muy poca gente jamás probaría. Había estado en los restaurantes más selectos del globo. Y ahora, por fin en su casa, se moría por un par de huevos fritos con patatas.

El presidente recibió a las 2:08 la llamada notificándole la muerte por envenenamiento del embajador.

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