miércoles, 15 de abril de 2009

Caído en la oscuridad

Por el agujero de la cerradura salía una luz amarillenta e intensa que iluminaba gran parte de la estancia en la que se encontraba. No podía moverse del suelo en el que yacía, no tenía fuerzas para hacerlo. Fuera se oían carcajadas, gritos. Golpes que se repetían y hacían retumbar su cabeza. Y el olor a humo que lo empapaba todo.

Había sido un cabronazo toda la vida, de acuerdo. Había ido a lo suyo. Pero tampoco había buscado perjudicar a nadie porque sí. Lo normal, como todo el mundo. Y no se merecía estar ahí.

Llevaba ya lo que le parecía una eternidad cuando apareció un figura recortada en el umbral de la puerta. Los ruidos se hicieron más fuertes y aquel personaje se carcajeó al verlo.

- ¡Jonathan, cabronazo, menuda bajona!-. Fuera seguía la fiesta.

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