martes, 7 de abril de 2009

Rey Loco

Todo empezó cuando de pequeño descubrió el sumo placer de entrar en la cocina del palacio cuando no había nadie y darse un atracón de los platos recién guisados. Con cinco años dio cuenta de un conejo. Entero. Había masticado los huesos hasta triturarlos y tragárselos y, al no dejar rastro, su crimen quedó sin ser descubierto.

Antes de la pubertad era habitual que desaparecieran jarras de hidromiel, piezas de carne enteras, quesos, odres de vino, grandes pescados y fuentes enteras de frutas y verduras. El día anterior a cumplir los quince años se prepararon cuatro avestruces. La falta de un muslo ya no pasó desapercibida y se descubrió al culpable -todo quedó en las cocinas sin que trascendiera al resto de palacio-. Durante meses se le prohibió acercarse siquiera a las cocinas.

Pasaron los años y su hambre crecía a la par de su renombre. Cada vez se le tenía más en cuenta a la hora de tomar decisiones y de todos era sabida su implacabilidad, su imparcialidad y su constancia. No tardaron mucho en coronarle como rey. Todo giraba en torno a él, se hacía conforme a su criterio, se valoraba en la medida en la que él participaba. Era un juez justo que no hacía distinciones y mediando en cualquier discusión acababa dándole la razón al que la tenía.

Pero seguía devorándolo todo con un hambre atroz y llegó el día fatídico en el que enfermó, en el que se volvió loco y se volvió un regente autoritario, déspota, egoísta. Las cosas se hacían siguiendo sólo su criterio; la racionalidad ya no tenía cabida. Se volvió cruel, le gustaba destrozar vidas de gente sencilla e incluso de nobles. Nada le importaba. Hacía que la gente trabajara a deshoras. Y, finalmente, se la empezó a comer.

Y no hace mucho de ese día. El Rey Loco aún nos gobierna. Y lo hace con más maldad. O sin ella, es amoral. Pronto acabara con todos nosotros y, en su enorme avaricia, con el mundo entero. Maldición, llaman a mi puerta. Me quedo callado y no oigo nada. Vuelven a llamar y sigo calllado y cruje la puerta y se abre y tras ella aparece la silueta del rey. Viene a buscarme. Viene a comerme. Maldito Rey Loco. Maldito Chronos.

2 comentarios:

Ñocla dijo...

Genial!!!! fuera de serie. Desde luego es imparable y terminará devorandonos a todos, cuando él lo estíme oportuno, sin dar lugar a negociaciones.

Anónimo dijo...

No se puede comprar, algunos lo esquivan durante algún tiempo mayor, pero al final termina cazándote. Muy bien ambientado.