lunes, 20 de abril de 2009

Fantasmas

Nunca había creído en fantasmas. Nunca había creído llegar a creer en ellos. Pero ya no era una cuestión de creencias sino de evidencias.

La casa era preciosa, sin duda alguna. Situada en un entorno increíblemente salvaje, virgen para estar tan cerca de la capital y con una calidez para los sentidos que invitaba a quedarse adormilado ensoñando en cada rincón. Fantástica la recomendación de Fede y Puri.

En el cuarto principal había una cunita de madera, antigua y usada, que chirriaba en contraste con la modernidad de la decoración. Parecía haber sido utilizada y rehecha con rapidez descuidada. Aún estaba caliente al tacto.
En el pasillo había una silla similar a la cuna. Parecía estar hecha para un niño pequeño y la habían cubierto con un tapete de ganchillo. No le gustaba nada y le resultaba muy desagradable, sobre todo cuando crujía como si alguien sentado en ella se moviera de repente.

Pero lo peor era la chimenea. En un cartel ponía que por favor no se encendiera y se quedó mirándola idiotizado durante unos instantes hasta que salió de dentro un niño medio carbonizado que se le acercaba corriendo mientras le señalaba con un dedo acusador.

1 comentario:

Ñocla dijo...

!Esto va de miedo! a ver que sueño yo esta noche.