miércoles, 13 de agosto de 2008

Un descenso peligroso

Era un descenso muy peligroso pero no pensaba en ello cuando comenzó a descolgarse. No veía nada: estaba todo muy oscuro y sus ojos eran incapaces de distinguir ningún detalle. Pero seguía bajando, poco a poco, hacía un destino incierto. No llevaba nada de comer y, entre una cosa y otra, sentía una necesidad imperiosa de dejarlo todo, acurrucarse y abandonarse al sueño. Y cuando despertase, las cosas serían completamente distintas. Aún debía bajar más. Un poco más. No había encontrado lo que buscaba y debía seguir descendiendo.

No sintió dolor cuando murió aplastada. Maite no soportaba las orugas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esto me recuerda a alguien que quería descender por el barranco de Badajoz. ¡y encima de noche!