lunes, 11 de agosto de 2008

Cosas de ricos

Era el encargo más absurdo que había recibido en sus más de veinte años de oficio: un ascensor para una casa de una planta. Se había especializado en el segmento residencial de diseño para diferenciarse de la competencia, pero entre tanto esnob siempre se colaba algún colgao. Había recibido encargos de todo tipo y lo que más se llevaba en los últimos meses era un ascensor que subía el coche desde el acceso del garage al interior de la vivienda. Quedaba muy cool tener un Ferrari en mitad del salón. Pero esto de poner un ascensor para una vivienda de una sola planta... Si no tenía ni sótano ni buhardilla ni nada de nada según le habían dicho. ¿Para qué pensaban utilizarlo? Nada, desvaríos de nuevo rico, seguro. Cogió el coche, introdujo en el GPS la dirección del cliente y se puso en marcha.

La mansión estaba muy bien: planta baja, primer piso, segundo piso y buhardillas. Supuso que no querrían el ascensor para el trastero o el cuarto del jardinero. A ver con qué le salían.

Mientras paseaba por el jardín acompañando a su cliente se preguntaba por qué había aceptado ese encargo sin haber pedido más detalles. Se detuvieron frente a un pequeño lago artificial, a la sombra de un castaño de indias. El anciano le dijo que ahí quería construirle el regalo a su nieto, parapléjico desde el accidente: una casa en el árbol.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy tierno y original