domingo, 24 de agosto de 2008

Dedicación

Había conseguido dominar el juego a la perfección. 56 años practicando cada día, a todas horas, parando sólo para satisfacer sus necesidades básicas. Una vida que, otras personas, dedican a tener hijos, labrarse una carrera, encontrar su nicho en la sociedad... Pero él había llegado allí donde nadie había estado antes. Aunque ya fuera casi un anciano, sabía que nadie le ganaría.

Después de comerse un pescado y un poco de fruta se levantó y fue a caminar por la arena bañada por el mar. Trotó a paso ligreo playa arriba y playa abajo y finalmente se acercó a una gran palmera en la que hundió el rostro. Nadie jamás podría ganarle al Escondite Inglés, su única ocupación desde que su barco naufragó hacía una vida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tu imaginación nunca naufraga, navega por los mares del ingenio y de la imaginación