martes, 19 de agosto de 2008

No me entienden.

Sólo le quedaban un par de chicles y el aliento seguro que le apestaba a alcohol y tabaco. Por no hablar del vómito que le había pringado los zapatos y la parte baja de los pantalones y que había tratado de limpiarse con servilletas primero y la fuente de un parque después. El primer día que salía hasta tarde y seguro que cuando llegase iban a estar los dos esperando viendo la tele para echarle una bronca de cuidado. Si comprendía que se preocuparan, pero joder, ya era mayorcito y sabía lo que hacía, aunque no le entendieran.

Llegó a su portal -tras echar dos meadas por el camino sin perder mucho tiempo-, subió las escaleras y trató de escuchar tras la puerta de su casa. Le zumbaban los oídos pero aún así consiguió discernir el sonido de la tele. En fin, habría que echarle valor.

Abrió la puerta con cuidado y, efectivamente, ahí estaban esperándole ante la tele. Desde que había enviudado sus hijos se preocupaban demasiado por él.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mu weno, si señor. Así se escribe :)