martes, 19 de agosto de 2008

La llave

Cuatro piezas sueltas que encajadas forman la llave para acabar con su pesadilla. Ahí las tiene, en una hoja de periódico sobre la arena negra de la playa, entre él y el mar. Piezas que parecen de otro mundo, de una tecnología extraña, inhumana. Toma dos entre sus dedos, las mira de cerca y trata de juntarlas. Se resisten a dejar su individualidad. El tiempo corre y su angustia crece. Las piezas tienen formas similares y complementarias entre ellas pero cuando trata de juntarlas se resisten a encajar y saltan con vida propia. Nunca lo conseguirá, es demasiado mayor. Se siente demasiado mayor.

Desde la extraña edificación de la que salen ruidos raros se acerca una figura alargada. Trae en la mano un recipiente lleno de algo de color rojo intenso, antinatural. Se le acaba el tiempo y le inunda la tristeza porque sabe lo que va a suceder...

Jonathan estaba hasta los cojones de su abuelo: se va a por un sorbete de fresa al chiringuito y el puto viejo le rompe el móvil.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha tenido en ascuas hasta el último momento, muy bueno. Me ha gustado. No me imaginaba para nada lo que iba a suceder

Anónimo dijo...

Tio has estado cojonudo. Olé por tus mismisimos...