domingo, 27 de abril de 2008

Vendedores de papel

Aún le quedaban montones de paquetes, se había gastado casi todo el dinero en comida en el bar y en agua y le dolía muchísimo la cabeza de estar bajo el sol durante todo el día. Pero tenía que sacarse algo para la comida de la niña. No podía irse aún a casa. Cogió de su mochila un paquete de pañuelos de papel, sacó uno, y se secó el sudor de la frente y el cuello. Al menos el sol ya estaba más bajo y el día refrescaba un poco.

El semáforo se pudo en ámbar y se acercó al primer coche de la cola con su mercancía en la mano. Casi todos los conductores, o tenían la ventanilla ya cerrada o la cerraban en cuanto él se acercaba. Muy pocos le dejaban mostrar la mercancía y menos aún la compraban. Tenía mucho mérito vender sus libros de poesía en esas circunstancias.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

kabronazooooo
kabronazoooo
kabronazooooooooooooooo
no podías titularlo vendedores de celulosa, klaro

Anónimo dijo...

Pozi...CABRONAZOOOOOOOO!!!! todos los días nos engañas con tu ingenio, ya cuando comienzo a leer, me estoy intentando imaginar un final distinto del que sería lógico