viernes, 18 de abril de 2008

Con el corazón en un puño

Podía escuchar los pasos del revisor retumbando en el pasillo ligeramente por encima del traqueteo del tren. Toc, toc. Puerta que se abría, saludos, voces quedas, despedidas. Cada vez más cerca. Mientras él, en el cubículo a oscuras, casi sin respirar. Los segundos se estiraban y el corazón le latía cada vez más fuerte. Se detienen los pasos y se oyen en el pasillo la voz del revisor y una femenina. Por el tono puede deducirse que se conocen, no se trata de una pregunta contestada con cortesía sino de algo más. Finalmente se despiden. Siente su corazón a punto de estallar y un sudor frío perla su rostro. Aguanta la respiración mientras oye el toc toc de la puerta. No contesta. Suena de nuevo la llamada. Sigue sin contestar. Finalmente se abre la puerta y el mundo se vuelve negro.

Cuando se despierta lo recuerda todo. El revisor llegó a tiempo y pudieron salvarle del infarto.

No hay comentarios: