viernes, 4 de abril de 2008

Cuentos de hadas

Entre los dos árboles lo encontraría. Eso es lo que le había dicho el gnomo tuerto en sueños. Manolo no era muy dado a creer en sucesos que escapasen de la racionalidad de su formación académica pero este sueño había sido tan lúcido, tan lleno de pequeños detalles que permanecieron vívidos en su consciencia cuando se despertó, que según se fueron cumpliendo como pequeñas profecías, la necesidad de acercarse a investigar se volvía insufrible.

Se puso el impermeable -el día estaba muy gris aunque no llovía-, tomó su bastón de caminar, y se alejó colina arriba hacia el claro con el que había soñado. El paseo era agradable entre los árboles porque cortaban el viento y murmuraban palabras en un lenguaje que no comprendía. Llegó al claro y lo cruzó hacia los dos tejos que crecían al otro lado. Allí se arrodilló y comenzó a escarbar. Se encontraba tan ensimismado que ni se dio cuenta de cómo caía el roble hacia él.

Un hombrecito tuerto con un cono rojo en la cabeza saltó sobre el cuerpo aplastado. Ese hijo de puta se lo tenía bien merecido por haberse cenado su casa anoche.

1 comentario:

Anónimo dijo...

es HAIZEAAAAAAAAAA
siiiiiiiiiiiiiiiii
fri no me vomites encima...porfa