lunes, 14 de abril de 2008

Curiosidad


A lo largo de sus años como cartero le habían ocurrido toda clase de momentos curiosos pero ninguno como el que estaba teniendo lugar. Entre sus manos tenía un sobre certificado para alguien que se llamaba igual que él y que vivía en la otra punta de la ciudad. Y no era muy habitual tener un padre judío y madre maorí. O bien era un error -y la misiva iba dirigida a él- o bien una casualidad que merecía la pena investigar. Y no iba a quedarse tranquilo hasta que no supiera en qué caso estaba.

A las 11 pasadas llegaba con su carrito a la dirección que indicaba la carta. Era una casa destartalada y con un jardín lleno de árboles y matorrales secos. La puerta de la casa batía con el viento y dejaba entrever un interior oscuro y que no invitaba a curiosear. Aún así, se aproximó a la puerta como era su deber y llamó. No hubo contestación -si la hubiera habido seguramente habría salido corriendo- y pensó en abrir la carta. Entonces fue cuando miró la fecha que aparecía en el matasellos. Se le escurrió el sobre de entre los dedos y se derrumbó entre gritos y estertores de terror.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Suspense!!! además el final para la imaginación de cada uno. Eres un genio genial.