viernes, 11 de abril de 2008

El jardín

Hacía tanto que nada... que me lo merecía. Esa era la nueva frase que repetía la anciana mientras paseaba sonriendo por la ribera soleada. Unos lo hacían con respeto, otros se mofaban, pero en el asilo todos eran de la opinión de que aquella mujer había perdido el norte completamente.

A ella, sin embargo, no le importaba. Era feliz de volver a sentirse mujer gracias al jardinero.

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