sábado, 19 de enero de 2008

Un final inesperado

Los gatos la miraban fijamente cuando se cruzaba en su camino. Más que mostrar curiosidad parecían inquietos, expectantes. La sensación de verse observado por los gatos le hacía sentirse como bajo la luz cegadora de un proyector en el escenario de un teatro. Y todos dejaban de pelearse, comer, limpiarse, copular, jugar e incluso dormir para mirarla. Sintió un escalofrío y siguió por las sucias calles de los suburbios de su ciudad.

Aún se sentía joven y vital aunque ya no era una cría. Y caminar sola por esas calles tan excesivamente silenciosas no le gustaba nada. Pero, hasta que cambiaran las cosas, no le quedaba más remedio. Llegó a un cruce y esperó a que se pusiera verde el semáforo para peatones a pesar de estar la calle vacía. Casi había llegado a la acera de enfrente cuando un deportivo chirriando las ruedas se saltó el semáforo en rojo y la atropelló. Murió en el acto. Salieron gatos de todos los callejones y se lanzaron sobre su cuerpo reventado para darse un festín. No dejaron ni la raspa.

Estos carnavales se iban a quedar sin entierro.

No hay comentarios: