sábado, 26 de enero de 2008

Se fue...

El avión que había perdido no se había estrellado. Tirado en el aeropuerto con una inagotable diarrea y sin más que su equipaje, un billete de 10 €, unas pocas monedas y una tarjeta de embarque que no le servía de nada, se sentía la persona más afortunada del mundo por haber llegado tarde a ese vuelo. El amor de su vida no se le había aparecido ni ningún famoso al que siempre hubiera deseado conocer ni una oportunidad de trabajar en algo que le apasionase ni un acontecimiento histórico había tenido lugar con él de testigo.

No. Los periodistas que se recogían habían ido a cubrir el despegue -en su vuelo- de los ganadores y finalistas del festival internacional de tunos y mariachis.

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