sábado, 12 de enero de 2008

En el espejo

El joven Nico se metió en el baño con la vela y el mechero. Encendió el mechero. Con él, la vela. Veía su rostro resaltar en la oscuridad que le devolvía el espejo, alumbrado por la luz anaranjada de la llama. Abrió la portezuela del armarito de baño donde se guardaban todos esos sobres de muestra de jabones y cremas que coleccionaba su madre y acercó el rostro y la llama. Poco a poco, casi con solemnidad, fue girando la puertecilla y el espejo formaba cada vez más imágenes surgiendo del reflejo de un espejo en el otro.

Finalmente, ambos formaron un hilera de llamas que se hundía en la noche unos metros más adelante, dentro del espejo de la pared. Entonces metió la cabeza y miró. Como siempre, su reflejo aparecía alternado: un Nico de frente, una nuca de Nico. Un Nico de frente, una nuca de Nico. Un Nico de frente, una nuca de Nico. Un Nico retorcido en un silencioso grito de agonía.

1 comentario:

Van dijo...

JODER
KE BUENO!