viernes, 4 de enero de 2008

El manicomio

¿Por qué se habían callado las voces? Corría por los pasillos del manicomio desesperada, empujando a pacientes y celadores, chocándose con mesas, sillas, puertas. No gritaba; no quería hacer ruido en su interior para poder oir las voces, por si habían quedado afónicas. Pero no decían nada. Ni una queda risa de burla.

¿Qué iba a ser de ella ahora? Si se enteraban, le darían el alta y volvería al mundo de fuera. Los celadores se acercaban corriendo hacia ella por el pasillo. No, no iba a ser capaz de fingir, todo era demasiado claro y coherente. El miedo se apoderó de ella, le costaba respirar. Los celadores la sujetaron con fuerza. Seguro que la iban a llevar a la enfermería para que se calmara y luego al director del centro. Y éste vería que ya no oía voces y le daría el alta...

Ahora sí. Gritó, gritó y gritó. Los ojos cerrados del esfuerzo por gritar. El mundo se desvanecía roto por sus aullidos. Un chasquido. Oscuridad.

Lucía había muerto de un ataque de cordura.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Genial, tremendo,sigue asi!!