domingo, 18 de enero de 2009

Lluvia, ¿dónde estás?

Aún no llovía. El jefe se sentó en lo alto del risco a otear el cielo pero no había restos de nubes negras. La belleza de aquel paisaje desértico en el que tantas generaciones de indios navajos habían vivido era innegable, emocionante. Pero la lluvia seguía sin llegar y el sustento de sus familias dependía de ello.

Bajó del risco y con un gesto del brazo convocó a todos al interior de la tienda. Estaban en medio de Arizona y no podían depender de ayuda exterior. Tenían que atraer la lluvia a cualquier precio. O el director de proyecto les retiraría los fondos de investigación para siempre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pensé en un final más romántico... pero asi es más realista. Bien, bien, bien.