sábado, 8 de noviembre de 2008

Pérdida

Los soldados yacían desperdigados por el suelo y con ellos su ánimo. Tantas horas que había pasado con ellos que ya no concebía su vida de otra forma y esa noche, de un plumazo, habían caído sin que él pudiera hacer nada. Cayó de rodillas y dejó que sus lágrimas lavasen poco a poco la angustia de su rostro. ¿De dónde salía tanta sinrazón, tanto dolor, tanta destrucción gratuita? Agotado, se dejó abrazar por el sueño entre sollozos para despertar cuando el sol ya calentaba.

Sentía en sus mejillas la sal cuarteándose y sus ojos enrojecidos se cerraban con el sol. Estaba harto. Harto de todo. Cogió el soldador y lo arrojó a la basura. Ya no sería escultor.

2 comentarios:

Van dijo...

¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿???????????????????

Van dijo...

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHH..JOER