martes, 18 de noviembre de 2008

El fin de una era

Aquella plataforma con sus tres columnas blancas que se alzaban en medio del bosque sostenía un techo invisible donde cientos de generaciones habían nacido, crecido, vivido y muerto a su sombra. Habían sido testigos del esplendor, caída, desaparición y surgimiento de civilizaciones y ya nadie, ni los más ancianos custodios de los más importantes archivos, sabía algo de su origen. Eran unas columnas de un extraño material, cálido al tacto, completamente diferente a cualquier otra sustancia conocida. Eran la prueba de la existencia de alguna extraña civilización.

A mediados del ciclo de luz del trigesimooctavo eón de la actual dinastía, un objeto inmenso que cubría todo el cielo arrancó la estructura de la tierra y la hizo desaparecer. El mundo nunca volvería a ser igual.

Jonás pensó que qué cerda podía llegar a ser la gente, dejando la mesita de plástico que viene con las pizzas tirada en medio del bosque.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me ha encantado, lo que para unos es basura para otros es un lugar de refugio.