lunes, 24 de noviembre de 2008

I+D+i

Estaba seguro de que se encontraba muy, muy cerca de lograr su sueño. Los experimentos arrojaban unos primeros resultados aún mejores de lo que el escenario más optimista había previsto y de ahí a la producción en serie del prototipo todo iría cuesta abajo. Volvió a montarse en el vehículo, pulsó el botón de encendido y condujo por el circuito de pruebas. Iba muy suave, trazando curvas y acelerando y frenando según los cálculos optimizados por la centralita electrónica. El consumo era ínfimo y el confort máximo.

Llevó los resultados a la reunión en dossier impreso y un pendrive. Los patrocinadores iban a quedar realmente impresionados y podría dejar de dar clase en la universidad y dedicarse a tiempo completo a la investigación y los negocios.

Sólo necesito diez minutos para convencerlos de que era gilipollas. Salió de la sala de juntas a trompicones, con los ojos llenos de lágrimas. Los representantes del gobierno, la universidad y las petroleras se quedaron debatiendo cómo enderezar el embrollo.

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