miércoles, 12 de noviembre de 2008

Lamentos

La noche iba acompañada de los quedos lamentos de sus compañeros. Muchos no volvían, nunca volverían. Otros lo hacían con heridas que jamás cicatrizarían. En todos el recuerdo de la cruenta batalla en la que perdieron la guerra.

Miró a las estrellas. Era la primera noche en semanas en la que las nubes dejaban ver el cielo. Y qué hermoso era, ajeno a las insignificantes vidas de los hombres, a sus pasiones, a sus miedos, a sus ilusiones. El aire fresco casi quemaba sus pulmones acostumbrados a la pólvora quemada y a la tierra agitada por las explosiones.

Entonces lloró. De alegría, de alivio, de pena. No había fracasado, sólo había perdido.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Eso es ver la botella medio llena. Siempre, aun en medio de la miseria hay cosas bellas.