miércoles, 26 de noviembre de 2008

Diantre de tapa

El cliente estaba esperando con cara de pocos amigos a que terminase de una vez con la tapa. Era su primer día como camarero y ya se estaba subiendo por las paredes con la dichosa tapita de los cojones. Que tenía hambre el hombre. Nos ha jodido. Para eso iba al bar, ¿no? Pero es que no tenía ninguna paciencia. Al parecer era un habitual del bar y siempre pedía lo mismo. Pues ya podía decirle como iba la tapa en vez de resoplar y mirar el reloj continuamente. Y encima el jefe había salido a comprar la lotería de Navidad y no podía solucionarle la papeleta.

Se quemó el índice de la mano izquierda con la plancha y se cagó en Dios. Miró al cliente, ¿me podría echar una mano?. El hombre sonrió -había triunfado-, levantó parte de la barra y se le acercó. Quitó el seguro de la plancha y por fin bajó la tapa para calentar el bocadillo.

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