martes, 15 de julio de 2008

Milagro

La fuerte tormenta había conseguido arrastrarla hacia el mar y, aunque ella no podía sentirlo, de algún modo lo sabía. El mar se la llevaba consigo, lejos de la tierra que la había visto nacer y, muy probablemente, moriría ahogada y desaparecería devorada bajo las aguas.

Y, sin embargo, era una de las pocas afortunadas a quienes la suerte había sonreído. Yacía sobre la arena de la playa de alguna pequeña isla. La lluvia suave que limpiaba el salitre de su cuerpo también consiguió que despertara y clavó sus dedos en la arena para ponerse de pie.

Años después sería un hermoso cocotero.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Genial, me ha encantado. Elcuento esta lleno de esperanza :)

Anónimo dijo...

Hmmmm que bonito