jueves, 10 de julio de 2008

Bastardo...

El puñado de monedas era algo más que un puñado porque no le cabían todas a la vez en la mano y notaba el bolsillo hinchado y como gritando a los niños mayores que le pegaran para quitarle el dinero. Pero sabía que podía llegar a casa él solo y darle el dinero a su madre. Y con miedo nunca seria nadie.

Asomó la cabeza al callejón. Ni rastro de los chicos. Salió a la noche y corrió por las calles oscuras de la ciudad.

Martha no le dio mayor importancia a la desaparición del bastardo. Bastante tenía con sus otros cinco hijos.

No hay comentarios: