domingo, 20 de julio de 2008

En el mercadillo

Esos tres plátanos eran los mejores que había podido encontrar en el mercadillo. O no quedaban en los puestos o estaban demasiado verdes. Y encima no soportaba el barullo de toda esa gente empujando y pegando voces. Así que, en vez de llevarse un buen racimo tuvo que conformarse con coger sólo tres plátanos y pasar de otras frutas. Lo justo para matar el hambre hasta la noche. Por ella, ahí no volvía.

Era jodida la vida de un chimpancé fugitivo del zoo.


No hay comentarios: