domingo, 20 de julio de 2008

En secreto

Esa mujer le volvía loco. Tenía unas manos increíbles. Cada vez que charlando distraídamente en el bar, sin que se diera cuenta su marido, le guiñaba un ojo, sentía un escalofrío de placer pensando en lo que vendría después.

Sólo se veían durante la quincena en la que ambos coincidían en el pueblo pero él esperaba con ansia todo el año esos meses mágicos en los que ambos se decían secretos sin palabras y sus pensamientos y sus actos se fundían en un solo ser. Estaban hechos uno para el otro y, aunque los dos tenían su vida resuelta, a menudo fantaseaban sobre cómo sería dejar de lado los prejuicios y estar juntos todo el año.

Este verano, seguramente, volverían a ganar el campeonato de mus.

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