jueves, 4 de septiembre de 2008

Un instante eterno

Era tan hermosa la puesta de sol desde ahí arriba que le parecía que el tiempo se detenía. Jamás había visto algo tan hermoso, tan sobrecogedor, tan empequeñecedor de su persona y que le acercase tanto a Dios. Pasaban los segundos, los minutos, las horas... y el sol seguía poniéndose, estirando un instante para que quedase grabado en su mente como si no existiera ningún otro recuerdo...

584 días después, asqueado en su soledad por una eterna puesta de sol, Alyosha Gólubev se arrojaba sin traje a la inmensa negrura del espacio.

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