lunes, 8 de septiembre de 2008

Momentos de contemplación

El sonido de la lluvia golpeando las hojas era el único que se podía escuchar entre trueno y trueno mientras los animales aguardaban en silencio a que escampase. En momentos como ese, Leo se sentía felizmente solo, como si no hubiera ninguna otra persona en La Tierra, como si las fuerzas de la Naturaleza volviesen a jugar entre sí en busca de un equilibrio vivo y cambiante en el que cada nuevo acontecimiento -muchas veces catastrófico a pequeña escala- modelaba un mundo cada vez más complejo, sano y hermoso. La Naturaleza no era sabia, no pensaba, sencillamente, como un delicado mecanismo que escapaba a su comprensión, funcionaba.

Por fin había dejado de llover. Leo salió de la cabina para subir al camión a las vacas que llevaría al matadero.

1 comentario:

Van dijo...

inkluso dentro de alguien komo Leo hay un reskicio de humanidad...