jueves, 26 de junio de 2008

Extrañado

El tranvía llegaba con retraso. Mejor dicho, se retrasaba y no llegaba. En la parada sólo había una pareja de jubilados que ni se hablaban ni se miraban ni se tocaban. Sólo estaban juntos, invisibles y necesarios el uno para el otro. Y él se arrepentía de no haber llevado otro detalle que no fueran bombones. A las 4 de la tarde de un día de verano. De un día soleado y caluroso de verano. Y a él sólo se le ocurría llevar bombones a su cita. Bueno, podía haber sido peor, se le había pasado por la cabeza llevar una tarta helada que vio en la confitería. El tranvía seguía sin aparecer.

Era el sueño más estúpido que recordaba haber tenido. Claro que estaba influenciado por la cita que -por fin- tenía esa tarde con Marla, pero, ¿cómo iba a estar abierta una confitería a las 3 y media de un domingo?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ainsssss.... esooooo!!!! hay que ser previsores. Ya veo que te has puesto al día en tus relatos. El de Vladimir me ha gustado, aunque un poco pesimista, no??