lunes, 2 de junio de 2008

Antes de la civilización

Le encantaba ver cómo cada carámbano que caía se partía en cientos de destellos bajo la luz del sol. Parecía que por fin acababa el invierno y pronto los caminos estarían de nuevo abiertos. Estiró su cuerpo envuelto en la piel de oso y pensó en las próximas piezas que cazaría para comer y dar de comer a los suyos.

Aún hacía mucho frío, así que se sentó junto a sus hijos. Dormían. Se tumbó junto a ellos. Un ratito.

El sol ya asomaba por encima de las copas de los árboles y los mellizos se habían puesto a jugar. Se estiró, bostezó y se acercó a los oseznos.

2 comentarios:

Van dijo...

ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiike ternuraaaaaaaaaaaaa

Anónimo dijo...

¡Que tiernoooooo! Mama oso y los oseznos... yo quiero uno.