jueves, 7 de mayo de 2009

Sombra

La sombra se le aparecía donde quisiera que mirara. Estaba aterrorizado, jamás debió haber sido tan bocazas de decir que podía pasar una noche solo en la casa de la colina.

Fue después de la cena cuando apareció. Una mancha oscura que surgía por el rabillo del ojo y se mantenía ahí, semioculta. Pero presente.

Apagó la luz. Y desaparecía. Pero le daba pánico no saber dónde estaba. Volvió a encenderla. Juraría que se había movido, pero tampoco tenía la certeza. Su corazón comenzó a latir a trompicones, tenía la boca seca. Se apartó el flequillo de la cara. La mancha, enorme, estaba encima de él.

Sintió fuego en el pecho. Se le hizo la noche.

El detective Jackson miró de nuevo al cadáver. Un hombre en la treintena rodeado de restos de comida, latas de cerveza vacías, dos chustas de porro y un cristal de las gafas manchado de mayonesa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que angustiaaaa!!!!