miércoles, 6 de mayo de 2009

Esperando un milagro

El papel que tenía entre sus dedos en ese momento podía ser el milagro que estaba esperando. Vagabundeando por el puerto, rebuscando en los contenedores, molestando a las personas que paseaban por el bulevar hasta que aparecía la policía. A eso se reducía su vida esos días.

Con el cambio de gobierno en su país vino la desgracia; los que antes eran sus amigos ahora vivían exiliados si habían tenido suerte, los que no, yacían en fosas comunes. Él había logrado escapar escondido en un carruaje a cambio de todo lo de valor que llevaba encima. Sólo consiguió escamotear un pequeño diamante que se había escondido en la uretra.

Consiguió suficiente dinero como para comprar algo de ropa usada y conservas y el resto de dinero lo escondió en diversos sitios de la ciudad. Desconocía el idioma de su nueva patria y los huecos que le quedaban en la boca de arrancarle los dientes de oro le dificultaban la pronunciación de las pocas palabras que iba aprendiendo de aquí y allá. Los mendigos hacían piña contra los forasteros como él y pronto quedó relegado a las peores zonas, lugares en los que no había nadie a quien robar o pedir y hasta los gatos tenían miedo de las ratas.

Pero consiguió sobrevivir y aprendió a rascar los pocos recursos que otros desaprovechaban. Encontró su nicho en el ecosistema de los bajos fondos y un buen día consiguió empezar a acumular algunos sobrantes de lo que necesitaba para vivir. La ilusión de volver a ser un hombre de negocios se apoderó de él y se permitió el lujo de hacerse con una vieja navaja de afeitar con el primer dinero que consiguió.

Y un buen día un marinero borracho le canjeó aquel papel por una botella de ron. No podía creerse su suerte. El papel tenía que ser falso. O no. Quizá la suerte se había puesto por fin de su lado. Volvió a mirarlo. Sí, parecía auténtico. Tenía que serlo. Lo leyó una vez más y se le escaparon unas lágrimas de alegría. El anterior gobierno de su país había dado un golpe de estado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tu forma de escribir es descriptiva, nos hace sumergirnos detro del relato y sentir lo que sienten los personajes. Enhorabuena