viernes, 8 de mayo de 2009

Civilizaciones perdidas

La luz del sol se quebraba en destellos de colores al atravesar los pedazos de cristal con los que había taponado el hueco en la pared. Fuera un mundo blanco cegador bajo la luz de un día sin nubes, azotado por un viento que arrastraba consigo la nieve en polvo como un fluido translúcido, fantasmal, que recubría las formas que no se había tragado la nevada. No tenían ninguna oportunidad si salían fuera en esas condiciones. Mejor que nevara y no hiciera viento a morir acuchillados por el frío que se escondía en la luminosidad.

Las ruinas de la torre habían sido su salvación. Hacía muchos siglos que los reinos que batallaban por esas tierras habían caído víctimas de sí mismos, aniquilados por el afán de estrujar hasta la más ínfima partícula de riqueza que pudiera haber escondido la tierra desde el amanecer del mundo. Ahora ellos, avanzadilla de una investigación conjunta entre la politécnica y la principal energética de su país volvían a caminar por esas tierras inhóspitas en busca de nuevos recursos que explotar. Tenían indicios de que en esa región podían encontrar lo que estaban buscando.

Trató de imaginarse cómo había sido el mundo entonces: los árboles, los animales, las costumbres, la música. En algún momento de su historia esa civilización habría vivido momentos exquisitos, delicados, hermosos. ¿Cómo habría sido su decadencia? ¿Se habría dado cuenta la gente de que corrían hacia su destrucción si no hacían nada por evitarlo? ¿Vivieron con calma o angustia sus últimos años, cuando ya sabían que no había marcha atrás?

Esas respuestas las tendrían que encontrar los arqueólogos e historiadores cuando estudiaran los restos que habían descubierto. Mientras tanto ellos debían continuar su trabajo de prospección. Y mientras durara esa tormenta de nieve, él pensaba explorar aquella extraña torre que, según los carteles que había por dentro, se llamaba Giralda.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Algún día efectivamente seremos una civilización perdida, vamos hacia la autoaniquilación tratando como tratamos a nuestro querido planeta.

Anónimo dijo...

Bonita reseña.
La eterna pregunta: ¿Cómo será el mundo cuando nuestra civilización se haya perdido en los umbrales del tiempo...
Mejor, peor, igual quien sabe

Anónimo dijo...

Esperemos no ser más que una civilización perdida. Confiemos en que la Pachamama sea más sabia que nosoTros.E.