lunes, 22 de diciembre de 2008

¿Y si...?

La cabeza de la última cerilla del soldado Vergara describió una parábola humeante hasta el fango del patio. A nadie le quedaban cerillas, chisqueros o cualquier otro medio de encender el cigarro que colgaba de los labios del reo.

En aquel alcázar en el limbo, Francisco Jesús había alcanzado la inmortalidad.

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