lunes, 29 de diciembre de 2008

Qué buena es la fruta

A pesar de ser un hombre muy ocupado, le encantaba ir al mercado a primera hora y visitar todos los puestos en busca de las mejores frutas. Lo que más le gustaban eran las cerezas. Fue puesto por puesto pero no quedaban. Y tampoco quedaban ciruelas. Al final se llevó un cesto de manzanas rojas que no le gustaban mucho, pero no aguantaba un día entero sin comer algo de fruta. Le dio una a su hijo y él se comió otra mientras caminaban de vuelta a casa.

A partir de ese día, Guillermo Tell hijo sintió una debilidad especial hacia las manzanas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Este sí que me ha gustado mucho, sobre todo lo he entendido bien, jejejejeje Ya sabes que me estoy quedando cortita :(