sábado, 6 de diciembre de 2008

Gepeto

A través de los anteojos sus ojos cansados veían el mecanismo y la punta de las herramientas con las que lo estaba manipulando. Pronto lo tendría terminado, lo colocaría en el cuerpecito que yacía en la camilla a su lado y lo echaría a andar. Entonces sus compañeros de profesión sabrían si estaba o no loco y dejarían de llamarle Gepeto.

Al día siguiente fue la presentación en sociedad del joven Pinocho. Pinocho, asustado, permanecía inmóvil. Todos estaban expectantes. Muchos, deseosos del fracaso. Finalmente Pinocho echó a andar y una gran ovación llenó la sala. Gepeto derramó unas lágrimas de alegría. Su diseño era perfecto. Aquel ratoncito vivía con un corazón electrónico.

2 comentarios:

Van dijo...

oooooiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
ke kosiiiiiita!!!

Anónimo dijo...

Este si lo he "coscao", a pesar de mi empanada matutina. Yo quiero un Pinocho "asin"