domingo, 7 de febrero de 2010

Artesanía

Las piezas andaban desperdigadas por la mesa de trabajo sin orden aparente, al igual que las herramientas -perfectamente aceitadas, eso era cierto-. Los más puristas del gremio renegaban de su manera de hacer las cosas, desprestigiaba a la profesión y desgarraba el velo de místico secretismo que habían ido tejiendo a lo largo de generaciones de artesanos. De su casco salían diminutos brazos articulados con lentes que iba colocando y quitando de delante de sus ojos con rápidos movimientos sin soltar la herramienta que sujetaba.

Estiró los brazos, dejó el casco a un lado de la mesa ya vacía de piezas y movió el cuello a un lado y a otro. Observó su obra terminada. Una figurita sentada sobre las piernas cruzadas le miraba con interés. Era su mejor obra, indudablemente. Ahora lo soltaría en el mundo y sería conocido como "hombre".

Frente a la chimenea del estudio su perro mordisqueaba la pieza que había robado de la mesa durante la hora del almuerzo.

2 comentarios:

Katy dijo...

Muy sugerente, da lugar a varias interpretaciones y conclusiones.
Un abrazo

Maria dijo...

Me estoy comiendo el coco, no lo tengo claro, has cambiado el chip.
La ambiguedad bien vale la pena, para ejercitar la mente.
Un beso