miércoles, 8 de octubre de 2008

Maneras

No terminaba de gustarle cómo abordaba las piezas el del clavicordio. Resultaba demasiado conservador, académico, y no se atrevía a darle su toque personal. Al contrario que el del chelo: empezaba en la línea de lo esperado pero, poco a poco, se iba alejando de lo tradicional e interpretaba los siguientes movimientos de un modo fresco, inteligente e, incluso, atrevido.

Él no sabía nada de música pero esos cabrones de la filarmónica eran buenos con el ajedrez.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

jejejejejejeje

Anónimo dijo...

A ver si no bailamos las letras.Adivina el gazapo. Al principio creí que era un juego de palabras, pero no...

Unknown dijo...

Gracias, al final tenía pelo.