lunes, 1 de febrero de 2010

Ojos

Llevaba caminando varios días sin comida, aterido bajo la lluvia que manaba de un cielo gris claro que difuminaba las pocas horas de luz del invierno. Había desertado pero estaba seguro de que nadie buscaría a los pocos supervivientes de un ejército aniquilado. Volvía a casa, a su vida. Pero, sobre todo, deseaba volver a ver esos ojos. Esos ojos que le habían visto hacer el amor por primera vez. Esos ojos que fueron lo último que vio de su anterior vida al partir a la guerra.

Oscurecía cuando salió del bosque y llegó a un camino. Recordaba esa senda, claro que la recordaba. Apretó el paso. Corrió. Quería llegar a su pueblo con la última luz del día.

Y, tras un recodo, allí estaban los ojos. Se santiguó y cruzó el puente.

3 comentarios:

Katy dijo...

Hola Natxo, a punto de apagar el ordenador saltaron los ojos. Estás en tu línea. Hogar dulce hogar.
Buenas noches

Ñocla dijo...

Conociéndo la forma de escribir que tienes, me imaginaba que no podían ser los ojos de una persona, siempre introduces algo de intriga y suspense.
Me ha gustado, a corres todos para también encontrarnos cuanto antes con esos "ojos" con los que soñamos.

Maria dijo...

Se ve que no has perdido facultades a pesar de llevar ya mucho tiempo sin escribir.
Da gusto leerte de nuevo.
Corre tu tambien en busca de los ojos.