sábado, 13 de febrero de 2010

Hormigas

Podía estar horas mirando a las hormigas tumbado en su jardín. Cuando uno les dedicaba suficiente tiempo, veía claramente que no se movían al azar sino que seguían caminos marcados, aparte de los más obvios. Pero lo más fascinante no era eso sino pensar en qué le movía a hacer lo que hacían. No funcionaban como él, como individuos librepensantes, sino que se ajustaban a unos patrones colectivos que no marcaba ninguno en particular. Dejó caer un pedacito de queso de su bocadillo en el suelo. A los pocos minutos, ua hormiga llegó y lo palpó con sus antenas y se volvió al hormiguero a toda prisa. Poco después un ejército de ellas llegaba, lo cubría, lo desmenuzaba y se lo llevaba. Cuando no quedó nada, dejaron de llegar. Interesantísimo.

Miró el reloj. Era la hora. Montó en el coche y se dirigió a ver el partido. Como siempre, un gran atasco.

1 comentario:

Maria dijo...

En nuestra sociedad vivimos más alieados que si fuesemos hormigas a las que se les marca unas pautas.
¿Somos libres? ¿Obedecemos a leyes?