La mujer anudó con cariño el cuello del abrigo de su esposo. El viento cargado de nieve azotaba sus cabellos a la luz de la hoguera y le daba el aspecto de un dios enfurecido. Sólo el aullido de los lobos trepaba por el ulular del viento del norte hasta llegar a ese lugar de la mente que da rienda suelta a los miedos. Él miró a su amada, embarazada y asustada. Le pedía con los ojos que no fuera aunque sus brazos le decían que debía partir con los otros. Al final eran muchos menos de lo que habrían deseado, el tiempo era horrible y tenían muy pocas posibilidades de volver victoriosos. Pero no fallarían a los suyos. Tras despedirse con un abrazo de sus familias, los hombres caminaron por la nieve para reunirse en la plaza, bajo la mole de la torre de la iglesia. Los cinco se arrodillaron ante la puerta y se santiguaron encomendándose a la voluntad divina. Después, en un repentino estallido de euforia, gritaron y se abrazaron y se palmearon las espaldas.
En el fondo daba igual que ganaran o perdieran, el caso era pasarlo bien con los amigos. Y, a lo mejor, hasta su equipo remontaba el 0-3 de la ida.
En el fondo daba igual que ganaran o perdieran, el caso era pasarlo bien con los amigos. Y, a lo mejor, hasta su equipo remontaba el 0-3 de la ida.
2 comentarios:
Hmmmm yo que pensaba que se iban a la guerra!!! esta vez también me has engañado, jajajajaja
Muy bien conducida la narración.
Feliz semana.
Un beso
Lo de la victoria no lo tengo tan claro, pero si el pasarlo bien. Eso sobre todo a pesar de pierda tu equipo.
Un abrazo
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