No podía evitarlo, cada vez que pelaba una cebolla, se le inundaban los ojos de lágrimas y comenzaba a moquear incontrolablemente. No le pasaba con las patatas ni con los pimiento ni con ninguna otra cosa, pero era coger una cebolla y ponerse a llorar. Sus compañeras de piso le decían que la cortara debajo del grifo, que se pusiera gafas y otras cosas por el estilo. Lloraba, daba igual. Pensó en ir al psicólogo pero le decían que sería inútil. Al final, investigando por Internet, llegó a la conclusión de que mediante hipnosis podía poner fin a su problema. Fue sin decirles nada a sus amigas.
Tras dos sesiones ya podía cortar cebollas sin problema; sus compañeras no se lo podían creer. Su madre estaría orgullosa si pudiera verla. Ya no lloraba al recordarla cortando cebollas.
Tras dos sesiones ya podía cortar cebollas sin problema; sus compañeras no se lo podían creer. Su madre estaría orgullosa si pudiera verla. Ya no lloraba al recordarla cortando cebollas.
2 comentarios:
Muy, pero que muy bueno. Original. Con su aquel...
Sigue deleitándonos con tus mini-, micro- relatos.
Un beso
Hola, En el fondo era una forma muy natural de disimular su pena. Yo lo he hecho, llorar con ganas y poner la excusa de la cebolla. Muy cercano y sacado de de la cotidianeidad tu microrelato de hoy . Abrazos
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