El frasquito no cerraba bien y había formado una mancha en el bolsillo de la camisa que continuamente le recordaba a ella. La chica era un encanto y él por fin se había estrenado. Se sentía muy feliz y sabía que, desde ese día, las cosas ya no iban a ser como antes. Ya era un hombre, no un niño asustado.
Se acercó la mano al corazón y tocó el frasquito del bolsillo. Sonrió. Se había llevado un pequeño recuerdo y ella no lo echaría en falta. Se paró a tomar un café antes de volver a casa.
Entró en su casa y fue directo a la nevera. Abrió la puerta y después de olerlo, dejó dentro el frasquito ensangrentado en el que había metido los pezones y el clítoris que le había amputado a su víctima.
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1 comentario:
Grrrrr, que repelus, joe, esta vez te has pasado. Me da mucha grima. Es original, pero mu macabro
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