Tenía puesta la ilusión de su vejez en esa planta. Crecía lentamente, más de lo que a él le gustaría. Y era muy mayor y no sabía cuánto más viviría para poderla ver dando frutos: quizá el no viviría para disfrutarla pero sí que lo harían sus hijos y nietos. Y eso en parte le apenaba y en parte le daba fuerzas para seguir viviendo.
La verdad es que era muy bonita. Y además de bonita sería muy útil cuando se desplegara en toda su grandeza. Podía quedarse horas mirando desde la ventana e imaginando cómo por dentro iba creciendo, muy poco a poco, pero sin detenerse.
Pasó el otoño, el invierno y otro año más. Y la planta seguía creciendo. Y por fin llegó la primavera. Lo había conseguido. Se acabó la espera. El chófer llamó a la puerta y él montó en la limusina. Rodeado de cargos políticos y prensa apretó el botón. La primera planta nuclear de capital privado se ponía en marcha.
La verdad es que era muy bonita. Y además de bonita sería muy útil cuando se desplegara en toda su grandeza. Podía quedarse horas mirando desde la ventana e imaginando cómo por dentro iba creciendo, muy poco a poco, pero sin detenerse.
Pasó el otoño, el invierno y otro año más. Y la planta seguía creciendo. Y por fin llegó la primavera. Lo había conseguido. Se acabó la espera. El chófer llamó a la puerta y él montó en la limusina. Rodeado de cargos políticos y prensa apretó el botón. La primera planta nuclear de capital privado se ponía en marcha.
1 comentario:
Casi casi me dejo engañar por mi primer pesamiento... pero me dije: seguro que no es una planta (reino vegetal). Jajajajjajaja esta genial. Muy bueno
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