Sólo tuvo que escucharlas para darse cuenta de que no eran los gritos de las Furias sino el susurro de las Musas amplificado por la sensibilidad de su oído.
sábado, 4 de octubre de 2008
Gritos
A menudo -cuando estaba borracho- pensaba que su inspiración venía del alcohol. Y sufría por ello y bebía. Con los años entendió que el ron sólo ponía algodones en los tímpanos de su mente y que los gritos seguían fuera y que las voces nunca se quedarían afónicas.
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