Al menos su castillo seguía en pie y sus sirvientes habían permanecido fieles a su esposa. Tanto que ahora había tres niños y dos niñas más en el castillo.
domingo, 26 de octubre de 2008
Fidelidad
Sería una magnífica historia para un libro. Pero él no era más que un guerrero y sólo sabía obedecer y usar su espada. Trece años en las cruzadas, decenas de infieles enviados el infierno y cicatrices que le acompañarían a la tumba. Y ahora, de vuelta en Bretaña, dos de sus hijos en guerra y sus tierras descuidadas y azotadas por jaurías de lobos.
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