Estaba apoyado sobre la balaustrada de mármol mirando sin ver la puesta de sol por culpa de sus pensamientos. Los mejores momentos de su vida habían ido dando paso a estos tiempos casi aciagos en los que no veía sentido a nada de lo que había hecho y su misma existencia resultaba absurda, vacía. Todo cuanto había hecho parecía bueno en su día, y lo que era mejor: la gente parecía sinceramente agradecida. Y hoy en día, en lo que debían ser sus mejores años, los frutos se marchitaban y pudrían antes de haber madurado lo suficiente como para disfrutarlos durante su vejez.
El día acabó de ponerse y tuvo un escalofrío. Se sentía destemplado ahí fuera, solo. Dio media vuelta y se volvió a sus aposentos. Era muy duro ser el dios que creó a los hombres.
El día acabó de ponerse y tuvo un escalofrío. Se sentía destemplado ahí fuera, solo. Dio media vuelta y se volvió a sus aposentos. Era muy duro ser el dios que creó a los hombres.
1 comentario:
Joder tio... que profundo!!!! me ha encantado, da mucho que pensar.
He estado de viaje unos dias y no he podido leer tus relatos, pero ahora los he hecho de un tirón, y son muy densos. Una ola por todos ellos.
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