Vladimir lo había conseguido. Por la mañana había tenido lugar la ceremonia de coronación y ahora, desde lo alto de la torre del homenaje de su castillo, admiraba sus dominios hasta donde llegaba la vista. Había dedicado su vida a dejar de ser un simple campesino para llegar a convertirse en rey. Sus sueños se habían hecho por fin realidad y sintió que tenía todo lo que jamás podía desear.
Tras enjugarse las lágrimas saltó.
Tras enjugarse las lágrimas saltó.
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